2 oct 2010

"Arreglemos" - Típica frase ecuatoriana, ¿o no?

En una de las oficinas de la Ciudad de Loja, encontrado una de las revistas de Pacificard en una de sus páginas encontrado un artículo escrito por Fabian Corral B. que vale la pena reproducirlo en este medio.
Datos de la fuente:
Revista Pacificar nº 222, pág. 72.

"EL "ARREGLO"
El arreglo o la "sapada" está envenenando la vida de la comunidad. Mientras no se la enfrente o no se logre que la integridad sea un valor social efectivo, todos los esfuerzos que se hagan en torno a las reformas de las instituciones, serán estériles y sonarán a la reiteración de una burla.

Síntoma de una sociedad corrompida es esto del "arreglo". Si hay un lío entre compadres, pues hay que "arreglar", si de una disputa de calibre se trata, igual, hay que arreglar. Todo lío se compone, todo desafuero se disuelve, todo escándalo se entierra. Se arregla todo lo imaginable. No hay límite de la fértil imaginación que inspira a la viveza. Sería bueno que el "arreglo" a que me refiero consista en transacción legítima hecha sobre la mesa, en alianza transparente, en negociación razonable y decente. Pero no. No es ese el "arreglo" en que vive anclada la sociedad ecuatoriana. Es el otro. Es el del remiendo chueco, el del pacto subrepticio, el del esquinazo mágico, donde vivos de profesión y hábiles con influencia dividen tajadas, entierran desafueros y tapan toda suerte de picardías.
El "arreglo" ha desplazado a los viejos conceptos del "prestigio" profesional e institucional. Ya no se necesita ni tener prestigio, ni saber de nada. Al contrario, el prestigio, estorba. Hay que saber d ela letra colorada. Hay que saber nadar en el mundo equívoco de pasillos y telefonazos. Es menester tocar las puertas que correspondan, hablar con el hombre clave, enconfitar lo escandaloso, inmoral y torpe. El asunto es obtener resultados. Lo demás, la ley, los principios, los escrúpulos, son disparates de despistados. Lo grotesco es que, con frecuencia, arreglo y arreglador salen librados de modo tal que hasta se convierten en "ejemplo" de las generaciones futuras. La historia está llena de monumentos al cinismo.
Esa "cultura del arreglo" empapa a la sociedad, atraviesa lo público y lo privado, lo grande y lo pequeño. Es, digamos, el estado normal en que mueve la gente. Eso explica por qué el Ecuador es uno de los países con mayores índices de corrupción del mundo, por qué las instituciones son grotescas caratulas y antifaces ridículos que no logran ocultar la verdad que todos saben y que todos, cobardemente, esconden y disimulan. La "cultura del arreglo" hace de la república una mentira, del mercado un cuento, de la democracia una payasada que todo el mundo alaba por compromiso, en esa suerte de falsificaciones pactadas, de estafas intelectuales en las que la sociedad navega.
El arreglo, o en términos mas criollos, la "sapada" está envenenando la vida de la comunidad. Mientras no se la enfrente y no se logre que la integridad sea un valor social efectivo, y no un aburrido capítulo de un sermón, todos los esfuerzos que se hagan en torno a la reforma de las instituciones, serán estériles y sonarán a la reiteración de una burla. Eso supone, claro está, educación, pero ante todo, decisión para acabar con la viveza y enterrar el fraude. allí tienen la sociedad civil y el Estado un punto esencial de conexión, y la meta de hacer d ela república un sitio decente para vivir. "
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Esto me recuerda las innumerables denuncias de "arreglos" en instituciones estatales y privadas que circulan por internet, en donde, el único que sale ganando, es el que tiene "palancas" dentro. Los demás, están solo para completar la obra de teatro y legitimar el proceso. Si no, preguntemos a los pequeños productores y comerciantes del Ecuador, ¿cuantos han logrado hacer sus ventas al Estado por intermedio del portal de compras públicas?. Vale la pena preguntar a quienes laboran en las instituciones públicas ¿ingresaron por medio de concurso de méritos y oposiciones?.
Creo que el verdadero cambio que se necesita para cambiar esto, arranca desde los hogares de cada uno de los ecuatorianos. Arranca desde la educación incial, primaria, en donde debemos inculcar verdaderos valores que ayuden a crear una Patria mas digna y de igualdad para todos.

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